255. Yo no tuve más luz
que el blanco acrisolado de tu rostro.
Yo no tuve más paz que tu alma acunando mi alma.
259. Que nadie desaloje de tus ojos la risa.
Que nadie corte la palabra de tus labios.
Que nadie arranque de tus manos los gestos de ternura.
Que nadie anule la bondad de tu alma.